El caso del hijo con consumo problemático de estupefacientes no es extraño a la cotidianidad ni novel en la literatura jurídica. El de este escrito, en cambio, sí presenta varias particularidades: el hijo es mayor de edad, el padre alega que se encuentra intoxicado por las drogas, ambos riñen por una cita médica a la que aquel no quiere asistir y el policía que el padre solicita para controlar la situación acaba matando al hijo. ¿Quién (si alguien) obra legítimamente?