Hace aproximadamente veinticinco años, Calás y Smircich (1996) argumentaron la necesidad de incorporar al estudio de las organizaciones los aportes logrados por los estudios de género. Las autoras expusieron que, si bien diversos programas sobre estudios de la mujer habían impulsado la difusión del conocimiento generado principalmente por las teorías feministas, en las organizaciones y su vida cotidiana existían grandes desventajas para las mujeres por razones de género. Casi dos décadas después, Calás y Smircich (2017) enfatizaron su argumento en otro artículo, en el que establecieron que la categoría de género no solo debe incorporarse al estudio de las organizaciones, sino que ha de ser tratada como un elemento central. En ese trabajo, Calás y Smircich argumentan que incluir dicha perspectiva al estudio de las organizaciones permite considerar las dinámicas y relaciones que se crean a partir del género o del sexo de los integrantes, y cómo aquellas relaciones promueven ciertas dinámicas de subyugación entre hombres y mujeres, con lo cual se obstaculiza el cambio.