Las políticas de ciencia, tecnología e innovación (ctei) se originaron a finales de la Segunda Guerra Mundial en los países desarrollados como un elemento para impulsar las transformaciones industriales, aumentar la productividad y fomentar el crecimiento económico. Este tema se ha posicionado en las agendas nacionales a través de los órganos multilaterales, que han servido como medios de transmisión de diseños de política a países en desarrollo, creando un fenómeno conocido como isomorfismo.