La producción de alimentos, así como las normas sanitarias y fitosanitarias que regulan esta actividad, se encuentran en un marco internacional de tensiones geopolítico-económicas inter-imperialistas tendientes a antagonizarse, y en las que los alimentos y las medidas sanitarias y fitosanitarias cumplen un papel político y económico transversal en este ajedrez: el cierre de mercados, a través de barreras sanitarias, a productos alimentarios de origen adversario. Este el caso de la exportación de productos porcícolas de Estados Unidos a Rusia. Esta situación en el plano colombiano, se desarrolla bajo unas particularidades que se desgajan tras la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos: el aumento exponencial de las importaciones y la desgravación de los productos derivados del cerdo originarios de este país. Además, factores como la desaparición de cultivos como el maíz en Colombia y la dependencia creciente a su importación, la devaluación y las difíciles condiciones de producción de los productores, hacen pasar dificultades crecientes a la porcicultura dado que estos son la base para el cumplimiento sanitario, para participar en el mercado internacional y para garantizar el desarrollo de la porcicultura en el mercado interno con carnes de primera calidad.